LA
TORTURA COMO MÉTODO DE REPRESIÓN
Equipo de Comunicación
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Foto: Verdad Justicia |
La testigo B
explicó la condición de Emma Guadalupe la noche que fue
llevada a su casa: estaba pálida, con la mirada perdida,
caminaba con molestias y temblaba todo el tiempo. Por
ello, la testigo recurrió a un psiquiatra, quien atendió
a Emma Guadalupe y prescribió medicamentos para
contrarrestar el estado psicótico en que se encontraba.
En una revisión general, Emma Guadalupe también
presentaba inflamación en la pelvis e infecciones en el
área genital. En los primeros tres días en la casa de la
testigo, no consumía alimento, dormía en el suelo aunque
había una cama en la habitación y no podía controlar sus
esfínteres. “Lo único que sabía era que se trataba de
una persona que acababa de escapar de una zona militar.
No pasaba de 20 años, era una jovencita”.
A la pregunta
de un abogado querellante de si la testigo sabía qué le
habría provocado ese estado a Emma Guadalupe, contestó
que el psiquiatra le indicó que se encontraba así por la
privación de libertad y torturas que había sufrido. Se
reservó el nombre del psiquiatra, a pesar de la
insistencia de la defensa, ya que afirmó que conoce las
represiones que han enfrentado las personas que han
colaborado con este caso.
La testigo C
narró la persecución que sufrió ella y su familia, en
particular su padre, su hermano y su hermana embarazada,
quienes fueron desaparecidos, y habló ampliamente sobre
casos de niñez desaparecida y los posibles destinos que
varios de ellos pudieron tener, entre estos: esclavitud
doméstica y adopciones irregulares. La testigo afirmó
que su hermana dio a luz estando en cautiverio y que su
hija o hijo fue dado en adopción a principios de 1982.
Dijo que en
2003 conoció a Lucrecia Molina Theissen, con quien
organiza una conferencia de prensa y empiezan a unificar
esfuerzos para conformar una comisión de búsqueda de
niñez desaparecida, así como también las peticiones para
que se abrieran los archivos de la Procuraduría General
de la Nación y de la Secretaría de Bienestar Social
desde 1981 hasta 2003, para iniciar su búsqueda. La
testigo C aseguró que las adopciones irregulares fueron
un negocio redondo, ya que en 1982 estas se
incrementaron, siendo los niños y niñas un botín de
guerra.
El testigo D
narró su experiencia como prisionero del ejército en
1981 y la tortura física y psicológica a las que fue
sometido en cuarteles militares de Huehuetenango y
Quetzaltenango. Aseguró que las torturas consistían en
privación de alimento,
bebida y sueño e interrogatorios con choques
eléctricos. El testigo manifestó que fue utilizado por
la inteligencia militar para ser el protagonista de
campañas mediáticas grabadas en el canal 5 y
conferencias, incluso frente al cuerpo diplomático, en
las que tenía que afirmar que se había entregado de
manera voluntaria al ejército, bajo amenazas permanentes
contra su familia y de bombardear y ametrallar
comunidades. Durante el interrogatorio, el testigo D
reconoció a Benedicto Lucas como el jefe del Estado
Mayor del Ejército de la época, y dijo que este le
ofreció trabajo y estaba complacido por considerarlo un
colaborador de la institución armada.
El testigo F
explicó, al haber pertenecido a las filas del ejército,
cómo capacitaban a especialistas en la Fuerza Aérea
Guatemalteca para torturar a los prisioneros y que para
ser incorporados en escuadrones de la muerte tenían que
presentar trabajos de fusilamiento. Indicó que como
método para extraer información de los prisioneros los
introducían en barriles con agua, colocaban capuchas con
veneno Gamexane y utilizaban torniquetes en el cuello.
Afirmó que miembros de
la inteligencia militar, los especialistas y los
de más alto rango eran quienes violaban a las mujeres y
después la fusilaban.
JUSTICIA
PARA LA FAMILIA MOLINA THEISSEN
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