También yo, hermana de un niño
desaparecido, acudí al llamado de Natalia y Héctor apostando con todos los/las
presentes a que el amor y la solidaridad los traerán de vuelta a sus vidas, a
sus familias, al futuro del que forman parte y que estaban construyendo con su
esfuerzo. Conmigo estuvieron, como siempre, mi niño desaparecido y los ojos
cansados y tristes de mi madre tras 33 años de espera.
Una bandera mexicana cerraba el
paso en la entrada principal de la embajada. Era una bandera enrarecida sin el
rojo y el verde con el blanco al centro, la de siempre, sino ahora enlutada por la traición al juramento de sus autoridades que
prometieron, como todos/as los/las mexicanos/as, “ser siempre fieles / a los
principios de libertad y justicia / que hacen de nuestra Patria / la nación
independiente, / humana y generosa / a la que entregamos nuestra existencia”.
A lo largo de la tapia se
colocaron los carteles hechos a mano alzada por nosotros/as junto con las
fotografías de los 43. Ellos me miraron con los ojos fijos, mudos, ausentes de
la vida política, social y familiar desde que fueron arrebatados el 26 de
septiembre, hace casi dos meses. En una de las pocas calles hermosas, bordeada
de árboles, en esta ciudad encementada, vi caer el sol; con su luz postrera
azafranó la atmósfera. Muy pronto oscureció y la calle se alumbró con velas que
se alinearon a lo largo del muro que encierra la embajada.
Escuché cada nombre con la
emoción colgando en las pestañas y respondí “ausente” uniendo mi voz a la de
los/las reclamantes por su vida y su libertad, entre ellos, uno que otro Marco
Antonio, un par de Julio César, dos Carlos y algún Héctor, nombres muy cercanos
y amados, que sonaron como martillazos sobre mi corazón. La gente a pie o en carros
y autobuses iba de vuelta a casa, algunos saludaban con los pitos, alguien se
detenía y soportaba la presión de las de atrás que querían continuar; el chofer
de un autobús detuvo el vehículo hasta que se terminó la letanía. Mientras tanto
el nudo que tenía en la garganta se disolvió en mis ojos.
Hubo llamados a la acción y al
cumplimiento de su deber a las autoridades mexicanas, se señaló que el hecho
constituye un crimen de Estado y, por lo tanto, este deberá responder no solo
ante los familiares de los desaparecidos, su escuela, su comunidad y el pueblo
mexicano, sino ante la comunidad internacional que permanece vigilante de lo
que allí sucede. El Embajador permaneció tras las paredes del regio edificio blanco
y mandó a sus representantes a recibir la carta que firmamos; en ella se ponía por
escrito lo que se reclamaba a viva voz.
Ayotzinapa es un pequeño poblado situado
en el estado de Guerrero que, según la salvatandas de internet (la Wikipedia),
no tiene más que 84 habitantes. Su nombre significa “lugar de calabacitas”, es
la sede de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” en donde estudian los
desaparecidos y con lo sucedido, parece haberse transformado en la capital de
México, en el centro del mundo.
Exigiendo respuestas, demandando
justicia y aparición con vida de los jóvenes estudiantes, víctimas de un crimen
de Estado, las marchas solidarias hormiguean en decenas de ciudades en todo el
mundo. En todas se repiten los nombres
de los jóvenes, seres humanos con derechos que les han sido arrebatados
mientras permanezcan indefensos en las manos de sus captores. Digámoslos en voz
alta, como cuando la maestra o el maestro pasan lista en el aula, y respondamos
ausente por cada uno de ellos:
- Abel García Hernández
- Abelardo Vázquez Peniten
- Adán Abrajan de la Cruz
- Alexander Mora Venancio
- Antonio Santana Maestro
- Benjamín Ascencio Bautista
- Bernardo Flores Alcaraz
- Carlos Iván Ramírez Villarreal
- Carlos Lorenzo Hernández Muñoz
- César Manuel González Hernández
- Christian Alfonso Rodríguez
Telumbre
- Christian Tomas Colon Garnica
- Cutberto Ortiz Ramos
- Dorian González Parral
- Emiliano Alen Gaspar de la
Cruz.
- Everardo Rodríguez Bello
- Felipe Arnulfo Rosas
- Giovanni Galindes Guerrero
- Israel Caballero Sánchez
- Israel Jacinto Lugardo
- Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa
- Jonas Trujillo González
- Jorge Álvarez Nava
- Jorge Aníbal Cruz Mendoza
- Jorge Antonio Tizapa Legideño
- Jorge Luis González Parral
- José Ángel Campos Cantor
- José Ángel Navarrete González
-José Eduardo Bartolo Tlatempa
-José Luis Luna Torres
-Jhosivani Guerrero de la Cruz
-Julio César López Patolzin
-Leonel Castro Abarca
-Luis Ángel Abarca Carrillo
-Luis Ángel Francisco Arzola
-Magdaleno Rubén Lauro Villegas
-Marcial Pablo Baranda
-Marco Antonio Gómez Molina
-Martín Getsemany Sánchez García
-Mauricio Ortega Valerio
-Miguel Ángel Hernández Martínez
-Miguel Ángel Mendoza Zacarías
-Saúl Bruno García
Como sus familias, como México entero, como las y los jóvenes a los que acompañé el 13 de noviembre, fervientemente espero que vuelvan para que, más temprano que tarde, en
lugar de que el mundo reclame su despiadada ausencia, sean ellos los que
respondan presente cuando escuchen sus nombres; que la solidaridad que ha
despertado este hecho terrible, como el maíz, sea sembrada en tierra fértil y que germine, eche
raíces profundas y dé frutos de paz y de justicia para los 43, sus familias y el
pueblo mexicano.
Más información y fotografías en https://www.facebook.com/events/726687600758179/?pnref=lhc.recent
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