A esta alta hora de la noche, en
la que quisiera saber que por fin se ha muerto ese estado de cosas que mantiene
a mi tierra aprisionada en las manos de las mafias, aún no he decidido si ser
lluvia que ahogue el discurso de OPM y lo arrastre a las profundidades, o
huracán que arrase para siempre con el autoritarismo chafarotesco del que hizo
gala el domingo, cuando su renuncia era lo único que quería escucharle.
La embajada de Guatemala en Costa Rica, un sábado de plantón exigiendo decencia en el poder. |
Con tono cuartelario, grosero, golpeante,
con el ceño fruncido, mezcló en un solo hilo incoherente sus vocablos de miedo
disfrazado de rabia por haber sido alcanzado por la verdad y la cada vez más
cierta posibilidad de ser sometido a la justicia, esas que ha evadido durante
toda su vida. Rígido, no consiguió ni siquiera acercarse a la imagen que se ha
vendido a sí mismo y a dos millones de votantes en 2011: la de un hombre honesto,
con autoridad, capaz de librar a Guatemala de todos los males (cuando es la encarnación
de todos ellos), en suma, un militar honorable si es que algo así existe entre
los de su calaña de torturadores, asesinos, desaparecedores y ladrones porque,
aunque me cueste decirlo, los ha de haber en alguna galaxia remota en el confín
del universo, en un lugar que no se llame Guatemala.
El delincuente general carnicero,
auto denominado presidente, a punto de quedarse sin cabeza, con las manos
chorreantes de sangre de inocentes y los bolsillos de billetes igualmente
sangrientos, lanzó un mensaje repleto de amenazas y violencia, de cuyos efectos
letales y perversos está llena mi memoria. Hipócritamente, haciéndole un guiño
a algún dios demoniaco, cerró con bendiciones que, salidas de su boca
mentirosa, sonaron a blasfemia.
En su aliento de cadáver político
seguramente podía olerse el miedo a la derrota final, por eso su pose
prepotente y el ademán de conductor de sinfonías mortales. La violencia que lo
habita, brutal, ciega, salvaje, para cuyo ejercicio fue entrenado, lo llevó a
convertirse en lo que ha hecho: un asesino, un torturador, un ladrón de cuerpos
y de millones de quetzales. El general carnicero y ladrón también les arrebató
sus vidas a los niños y niñas que han muerto de hambre o que sufrirán para
siempre las secuelas de la desnutrición y la falta de oportunidades para
desarrollarse plenamente; se robó las posibilidades de salud de las personas
que necesitaron de diálisis y medicamentos eficaces para prolongar su
existencia con un mínimo de bienestar; se echó al bolsillo las escuelas que no
abrieron sus puertas y los hospitales con recursos suficientes para cumplir sus
fines, para citar unos cuantos y muy conocidos ejemplos.
Al principio me asombraron los
reclamos de conducta honorable y valiente dirigidos al cobarde, presunto ladrón
y genocida que, para mi vergüenza, sigue usurpando[i]
la presidencia. Pero he llegado a entender que mucha gente seguía creyendo en
los militares; si así era, ojalá que en el imaginario se haya destruido –por
inexistente- la noción de que OPM y sus secuaces son hombres viriles,
valerosos, con honor y dignidad, porque no son ni han sido otra cosa que
vulgares ladrones y asesinos que han sumido en la tragedia y en el luto a
decenas de millares de familias, antes y ahora.
¿Qué honor y valentía puede
reclamársele a un tipejo que se presume ordenó muertes y desapariciones
forzadas? ¿Un ombre[ii] que
interrogó (sinónimo de torturó), asesinó y desapareció personas? En su escala
de antivalores -una vía directa al infierno donde Caco lo espera para que las
serpientes le aten las manos por ladrón o se ahogue en la sangre de sus
víctimas- robar quizá solo es un pequeño incidente frente a lo que nos grita su
pasado reciente.
Pero no lo hizo solo. Con OPM y
la “R” se sentaron en la silla presidencial Tito Arias y varias generaciones de
corruptos criminales, militares y civiles, ratas que han medrado en las cloacas
de la institucionalidad pública desde hace cuarenta años, los perversos agentes
y mandos de la sininteligencia del ejército transformado en facilitador de
emprendimientos criminales como la lucrativa empresa de “La Línea”, a la que lo
único que le faltó fue su número de NIT para estafarse a sí misma.
Y con esa ralea maldita, se reinstauró en todo su esplendor
un modus operandi en el ejercicio del
poder que terminó por convertir la Constitución, las leyes y los acuerdos de
paz en papel higiénico y la decencia en una palabra intraducible en su modo de
vivir y actuar.
Desde 2012, siglos de
autoritarismo con birrete, charreteras y chocar de tacones invadieron
cómodamente todos los espacios de poder. Son militares disfrazados de traje y
de corbata, vestidos de bandera de Guatemala como el nopresidente en su
discurso del domingo, los que estan al frente, atrás, adelante, arriba y debajo
de cuanto negocio turbio han evidenciado la CICIG y el MP en estos cuatro meses
de verdades que nos han sido arrojadas a la cara para hacer con ellas un país
nuevo, donde ya no les demos cabida en ningún espacio que no sea la cárcel.
Ese “estilo de gobernar”
chafarotesco, en el que se impone la lógica del combate al enemigo, hizo de su mensaje
una declaración de guerra. Aplicando su lógica de G2 trasnochado, que persiguió
hasta al hemisferio izquierdo de su cerebro, a estas horas debe estar haciendo la
lista de enemigos pero no tendrá papel suficiente para que quepan tantos
nombres.
Y cuando muera, ojalá después de
haber sido juzgado, condenado y cumplido muchos años de merecido castigo, del
presidio tendrán que sacar no solo su cuerpo sino también los cadáveres de su
soberbia descomunal y su prepotencia militaresca, las que antes habrá tenido
que achicar para que quepan juntos en su celda.
P.D. Esto no pudo haber pasado
sin ese desbordamiento de rabia que invadió las calles, sin los cientos de
columnas de prensa que levantaron la bandera de la dignidad, sin el hartazgo expresado
por la gente que estrenó la ciudadanía a golpes de indignación, sin los
plantones protagonizados por las personas migrantes y exiliadas frente a
embajadas y consulados de todo el mundo, sin nuestros dedos apuntando a los
espurios intereses de las indecentes cámaras empresariales que llegaron con su
protegido al borde del abismo antes dar un paso atrás. Sucede gracias al
trabajo lento, de hormiga, de una CICIG que por fin materializó su razón de ser
al mando de un hombre de leyes y derechos tomar para cumplirlos y un MP que se
agiganta a ojos vistas. Sin el valor y decisión de Brendas, Gabrielas,
batucadas, Lydias, Andreas, semillas, feministas, HIJOS, sindicatos honrados,
Asambleas Populares, caminantes, cacerolas, huelgas de hambre y huelga de
Dolores en agosto, plazas y parques llenos de coraje, este aire de primavera
jamás habría llegado para empezar a aplacar el efluvio pestilente que hemos
estado respirando hasta la náusea.
Bienvenidas la verdad y la
justicia que le devolverán el sentido humano y civilizatorio a la vida en
sociedad a un país gobernado por criminales, manipulado y sometido por las
mafias de todos los pelajes mediante un ejercicio de poder abusivo, autoritario
y terrorista en el que prevalecen la doble moral, el engaño, las trampas y la
naturalización del saqueo. Ojalá que esto se acabe y para siempre.
[i]
Según la RAE, usurpar es “Apoderarse de una propiedad o de un
derecho que legítimamente pertenece a otro, por lo general con violencia”, ni
más ni menos.
[ii]
Así, sin hache, como denominó a los de su calaña Efraín de los Ríos en “Ombres
contra hombres”, una novela en la que describe su paso por las cárceles
ubiquistas.
Uno de los mejores escritos que jamas he leido en mi vida.
ResponderEliminarGracias, Frank; hay muchas más, esta crisis ha inspirado ríos de tinta. Saludos.
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