martes, 25 de agosto de 2015

#TitoAriasRenuncieYa



A esta alta hora de la noche, en la que quisiera saber que por fin se ha muerto ese estado de cosas que mantiene a mi tierra aprisionada en las manos de las mafias, aún no he decidido si ser lluvia que ahogue el discurso de OPM y lo arrastre a las profundidades, o huracán que arrase para siempre con el autoritarismo chafarotesco del que hizo gala el domingo, cuando su renuncia era lo único que quería escucharle.

La embajada de Guatemala en Costa Rica, un sábado de plantón exigiendo decencia en el poder.
Con tono cuartelario, grosero, golpeante, con el ceño fruncido, mezcló en un solo hilo incoherente sus vocablos de miedo disfrazado de rabia por haber sido alcanzado por la verdad y la cada vez más cierta posibilidad de ser sometido a la justicia, esas que ha evadido durante toda su vida. Rígido, no consiguió ni siquiera acercarse a la imagen que se ha vendido a sí mismo y a dos millones de votantes en 2011: la de un hombre honesto, con autoridad, capaz de librar a Guatemala de todos los males (cuando es la encarnación de todos ellos), en suma, un militar honorable si es que algo así existe entre los de su calaña de torturadores, asesinos, desaparecedores y ladrones porque, aunque me cueste decirlo, los ha de haber en alguna galaxia remota en el confín del universo, en un lugar que no se llame Guatemala.

El delincuente general carnicero, auto denominado presidente, a punto de quedarse sin cabeza, con las manos chorreantes de sangre de inocentes y los bolsillos de billetes igualmente sangrientos, lanzó un mensaje repleto de amenazas y violencia, de cuyos efectos letales y perversos está llena mi memoria. Hipócritamente, haciéndole un guiño a algún dios demoniaco, cerró con bendiciones que, salidas de su boca mentirosa, sonaron a blasfemia.

En su aliento de cadáver político seguramente podía olerse el miedo a la derrota final, por eso su pose prepotente y el ademán de conductor de sinfonías mortales. La violencia que lo habita, brutal, ciega, salvaje, para cuyo ejercicio fue entrenado, lo llevó a convertirse en lo que ha hecho: un asesino, un torturador, un ladrón de cuerpos y de millones de quetzales. El general carnicero y ladrón también les arrebató sus vidas a los niños y niñas que han muerto de hambre o que sufrirán para siempre las secuelas de la desnutrición y la falta de oportunidades para desarrollarse plenamente; se robó las posibilidades de salud de las personas que necesitaron de diálisis y medicamentos eficaces para prolongar su existencia con un mínimo de bienestar; se echó al bolsillo las escuelas que no abrieron sus puertas y los hospitales con recursos suficientes para cumplir sus fines, para citar unos cuantos y muy conocidos ejemplos.

Al principio me asombraron los reclamos de conducta honorable y valiente dirigidos al cobarde, presunto ladrón y genocida que, para mi vergüenza, sigue usurpando[i] la presidencia. Pero he llegado a entender que mucha gente seguía creyendo en los militares; si así era, ojalá que en el imaginario se haya destruido –por inexistente- la noción de que OPM y sus secuaces son hombres viriles, valerosos, con honor y dignidad, porque no son ni han sido otra cosa que vulgares ladrones y asesinos que han sumido en la tragedia y en el luto a decenas de millares de familias, antes y ahora.

¿Qué honor y valentía puede reclamársele a un tipejo que se presume ordenó muertes y desapariciones forzadas? ¿Un ombre[ii] que interrogó (sinónimo de torturó), asesinó y desapareció personas? En su escala de antivalores -una vía directa al infierno donde Caco lo espera para que las serpientes le aten las manos por ladrón o se ahogue en la sangre de sus víctimas- robar quizá solo es un pequeño incidente frente a lo que nos grita su pasado reciente.

Pero no lo hizo solo. Con OPM y la “R” se sentaron en la silla presidencial Tito Arias y varias generaciones de corruptos criminales, militares y civiles, ratas que han medrado en las cloacas de la institucionalidad pública desde hace cuarenta años, los perversos agentes y mandos de la sininteligencia del ejército transformado en facilitador de emprendimientos criminales como la lucrativa empresa de “La Línea”, a la que lo único que le faltó fue su número de NIT para estafarse a sí misma.

Y con esa ralea maldita, se reinstauró en todo su esplendor un modus operandi en el ejercicio del poder que terminó por convertir la Constitución, las leyes y los acuerdos de paz en papel higiénico y la decencia en una palabra intraducible en su modo de vivir y actuar.

Desde 2012, siglos de autoritarismo con birrete, charreteras y chocar de tacones invadieron cómodamente todos los espacios de poder. Son militares disfrazados de traje y de corbata, vestidos de bandera de Guatemala como el nopresidente en su discurso del domingo, los que estan al frente, atrás, adelante, arriba y debajo de cuanto negocio turbio han evidenciado la CICIG y el MP en estos cuatro meses de verdades que nos han sido arrojadas a la cara para hacer con ellas un país nuevo, donde ya no les demos cabida en ningún espacio que no sea la cárcel.

Ese “estilo de gobernar” chafarotesco, en el que se impone la lógica del combate al enemigo, hizo de su mensaje una declaración de guerra. Aplicando su lógica de G2 trasnochado, que persiguió hasta al hemisferio izquierdo de su cerebro, a estas horas debe estar haciendo la lista de enemigos pero no tendrá papel suficiente para que quepan tantos nombres.

Y cuando muera, ojalá después de haber sido juzgado, condenado y cumplido muchos años de merecido castigo, del presidio tendrán que sacar no solo su cuerpo sino también los cadáveres de su soberbia descomunal y su prepotencia militaresca, las que antes habrá tenido que achicar para que quepan juntos en su celda.

Cada sábado que nos hemos plantado frente a la embajada, le dejamos mensajes a Tito Arias.
P.D. Esto no pudo haber pasado sin ese desbordamiento de rabia que invadió las calles, sin los cientos de columnas de prensa que levantaron la bandera de la dignidad, sin el hartazgo expresado por la gente que estrenó la ciudadanía a golpes de indignación, sin los plantones protagonizados por las personas migrantes y exiliadas frente a embajadas y consulados de todo el mundo, sin nuestros dedos apuntando a los espurios intereses de las indecentes cámaras empresariales que llegaron con su protegido al borde del abismo antes dar un paso atrás. Sucede gracias al trabajo lento, de hormiga, de una CICIG que por fin materializó su razón de ser al mando de un hombre de leyes y derechos tomar para cumplirlos y un MP que se agiganta a ojos vistas. Sin el valor y decisión de Brendas, Gabrielas, batucadas, Lydias, Andreas, semillas, feministas, HIJOS, sindicatos honrados, Asambleas Populares, caminantes, cacerolas, huelgas de hambre y huelga de Dolores en agosto, plazas y parques llenos de coraje, este aire de primavera jamás habría llegado para empezar a aplacar el efluvio pestilente que hemos estado respirando hasta la náusea.

Bienvenidas la verdad y la justicia que le devolverán el sentido humano y civilizatorio a la vida en sociedad a un país gobernado por criminales, manipulado y sometido por las mafias de todos los pelajes mediante un ejercicio de poder abusivo, autoritario y terrorista en el que prevalecen la doble moral, el engaño, las trampas y la naturalización del saqueo. Ojalá que esto se acabe y para siempre.


[i] Según la RAE, usurpar es “Apoderarse de una propiedad o de un derecho que legítimamente pertenece a otro, por lo general con violencia”, ni más ni menos.
[ii] Así, sin hache, como denominó a los de su calaña Efraín de los Ríos en “Ombres contra hombres”, una novela en la que describe su paso por las cárceles ubiquistas.

2 comentarios:

  1. Uno de los mejores escritos que jamas he leido en mi vida.

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  2. Gracias, Frank; hay muchas más, esta crisis ha inspirado ríos de tinta. Saludos.

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