6:00 am. A mil kilómetros y un poco más de donde están
enterrados su ombligo y el mío, abro los ojos, pienso en usted y en mi tierra, donde
quedaron sus despojos y siguen viviendo impunes los criminales que lo desaparecieron.
A la par de su nombre y el de mi país solo caben dos verbos: encontrarlo y volver.
Sin embargo, los caminos se cierran, choco con mis murallas, mi voluntad se
estrella contra sus voluntades y camino en círculos, yendo y viniendo de mi
territorio interno al geográfico, ese mágico espacio de azules y de verdes, aún
dominado por hombres tercamente inhumanos, criminales.
Marco Antonio cuando era solamente un bebé, con dos de su hermanas. |
Vuelvo a mi aquí y a mi hoy, el eterno presente en el que
sigo lejos, atrapada. Es 30 de agosto, el día en el que se recuerda en todo el
mundo a las personas desaparecidas, un simbolismo que si bien es cierto no nos ha
ayudado a encontrarlas ni a que se les haga justicia a las incontables víctimas
en Guatemala y el mundo, nos da la oportunidad para recordarlas en voz alta y
denunciar una vez más lo sucedido, para que no se olvide, para que ojalá nunca
más se repita este crimen de lesa humanidad, continuado e imprescriptible.
Esta fecha fue reconocida por la ONU mediante una
resolución del 21 de diciembre de 2010 en la que, entre otros motivos, la Asamblea General plasmó los
siguientes:
Profundamente preocupada,
en particular, por el aumento de las desapariciones forzadas o involuntarias en
diversas regiones del mundo, como los arrestos, las detenciones y los
secuestros cuando son parte de las desapariciones forzadas o equivalen a ellas,
y por el creciente número de denuncias de actos de hostigamiento, maltrato e
intimidación padecidos por testigos de desapariciones o familiares de personas
que han desaparecido,
Recordando que en la
Convención se establece el derecho de las víctimas a conocer la verdad sobre
las circunstancias de la desaparición forzada, la evolución y los resultados de
la investigación y la suerte de la persona desaparecida y se señalan las
obligaciones de los Estados partes de tomar medidas adecuadas a este respecto,
Reconociendo que los actos
de desaparición forzada son reconocidos en la Convención como crímenes de lesa
humanidad, en determinadas circunstancias (…)
Asimismo, en la resolución se insta a distintos
actores (los órganos de la ONU, la sociedad civil) a continuar dando a conocer
la existencia de la Convención Internacional para la Protección de todas las Personas contralas Desapariciones Forzadas, y
promoviendo su ratificación, un compromiso que el Estado guatemalteco no ha
asumido aún.
Esta deliberada omisión es totalmente coherente con el objetivo de
resguardar la impunidad de los perpetradores de este y otros crímenes de lesa
humanidad, como el genocidio y la tortura. Esta alcanzó nuevamente el rango de
política de Estado bajo el desgobierno del presunto ladrón, genocida y
desaparecedor, el delincuente que se sigue autodenominando presidente de la
república, cuyo representante internacional, Antonio Arenales Forno, en
distintos foros ha expresado groseramente una negativa rotunda a cumplir las
sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y las soluciones
amistosas alcanzadas en el marco de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos. Así, de las reparaciones ordenadas por la Corte IDH en la sentencia
Molina Theissen Vs. Guatemala faltan la investigación, juicio y castigo de los
responsables de su desaparición forzada; el establecimiento de un banco de ADN;
y, la aprobación de un procedimiento legal expedito de declaración de muerte
presunta en casos de desaparición forzada.
Otra importante reparación contenida en el fallo interamericano es la concerniente
a la ubicación y devolución de los restos de Marco Antonio para que los
sepultemos dignamente. Esta fue vinculada por el Estado a la aprobación del
proyecto de ley 3590 mediante la cual se establecería la “Comisión
Nacional de Búsqueda de Personas Víctimas de Desaparición Forzada y otras Formas
de Desaparición”; la iniciativa, presentada por las organizaciones de
familiares el 14 de diciembre de 2006, ha sido
engavetada por el impresentable congreso de la república.
Para mí, como para todas las familias que tenemos una persona amada
desaparecida, no debe ser 30 de agosto para traerles con nosotros. Hoy lo
recuerdo, hermano, como siempre, de un modo doloroso, en el vacío y el peso de
su ausencia, aunque la vida haya seguido pasándome y esté llena de amor y cosas
buenas.
Lo llevamos con nosotras cuando protestamos frente a la embajada guatemalteca en Costa Rica por la resolución de la CC para garantizar la impunidad del genocida RM, el 30 de mayo de 2013. |
Me duele que su existencia, tan corta, fuera rota
abruptamente de una forma brutal. Al arrebatárnoslo ellos, los malditos, se llevaron no solamente su vida y sus sueños,
también cargaron con los nuestros. Hoy pienso en los hijos e hijas que pudo
haber tenido, en sus logros, en el orgullo que nos hubiesen dado sus aportes para
beneficio de nuestra sociedad, en la paz que tendría de tenerlo a mi lado.
Le escribo a su recuerdo. A usted no lo encuentro en
ningún lado. Para llegar a ese lugar donde lo he sepultado, muy adentro de mí,
debo atravesar más de tres décadas de ausencia y dolor acumulados.
Y aquí estoy sin usted mientras la lluvia cae
suavemente y el mundo sigue girando, como siempre. Hace frío. Así como no lo
hallo, tampoco encuentro palabras suficientes para describir el desaliento, la
tristeza, el ahogo que me producen esta búsqueda inútil, esta espera
desesperanzada, este esfuerzo hasta hoy estéril.
Sin embargo, hermano, tan amado, buscado y esperado,
no me pienso rendir ni me voy a callar. Permaneceré leal a su memoria y, de
esta forma, a mí misma.
Donde esté, si es que está en alguna parte, su nombre
seguirá siendo la luz que iluminará los lugares donde continuaré buscando su
huella, su aliento final.
Para que no se olvide, seguiré repitiendo su nombre a
cada paso, Marco Antonio.
Para que no se olvide, seguiré recordando su rostro,
su sonrisa, el calor de su abrazo.
Para que no se olvide, seguiré clamando por justicia,
continuaré exigiendo la verdad y su derecho, y el nuestro, a su sepultura
digna.
Seguiré recordando porque dejamos de ser cuando olvidamos.
UN ABRAZO GIGANTE LUCKY. No hay palabras para consolar estas pérdidas y nos han obligado a ser fuertes, perserverantes y firmes...ellos no están ni estarán solos mientras esten en nuestros corazones..
ResponderEliminarAsí es, querida Anónima. Abrazos grandes. L.
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