sábado, 6 de septiembre de 2014

Treinta y tres septiembres



Es otra vez septiembre, el de las tardes grises y húmedas, el de los cielos cayéndose a torrentes, el que me anunció el fin de mi mundo.

Hace 33 años, en septiembre de 1981, aún no lo sabía. Usted estaba vivo y libre, con nosotros. Pese a los malos sueños, los presagios oscuros, nunca pensé que treinta días después sería detenido ilegalmente y desaparecido hasta hoy, no para siempre, porque espero encontrarlo.

¿Quiénes lo hicieron? Lo sé y no lo sé. No conozco a los de su calaña. Entonces, con veintipocos años, aún no conocía el mal extremo, ese que se encarnó en un puñado de hombres que fueron capaces de lo inimaginable: llevárselo a usted, nuestro niño, y desaparecerlo hasta el día de hoy.

No pude preverlo y mucho menos evitarlo. No pude protegerlo.

Tengo 33 años de vivir con la culpa, aunque no fue mi culpa.

¿Cómo podía saber que nos perseguían los peores criminales de este lado del mundo?

Fue imposible verlos venir, golpear la puerta, entrar violentamente, arrastrar a mi madre con un arma encajada en su sien mientras usted permanecía engrilletado y amordazado, para luego llevárselo y matarlo en algún momento de estos 33 años que empezaron entonces, para no regresar jamás a su casa, a su vida, a su familia…

Durante todos estos años me ha atormentado imaginar su angustia y el miedo que sintió cuando solo era un niño forzado a sufrir lo que no debe pasarle a ningún ser humano.

Este es el trigésimo tercer septiembre que me muero de rabia, que me dejo invadir por la tristeza, que no lucho contra el pasado que me atrapa, que desciendo al infierno.

Cada septiembre me pesa el alma, me agobia el tiempo transcurrido, me envenenan la maldición de su muerte sin muerte y el cinismo y la impunidad de los criminales, me destroza saber que lo que dejaron de usted sigue tirado en cualquier parte como si se tratara de basura.

Pero también es el trigésimo tercer septiembre que me juro a mí misma que continuaré buscándolo, mi hermano, que seguiré insistiendo tercamente en que se le haga justicia. No voy a desistir.

Desde hace 33 años, esto es lo que me habita.

2 comentarios:

  1. Abrazos a él, y a todos los niños y niñas que los infames se llevaron. Esos que hoy se sacan los ojos entre ellos. Te abrazo a vos con el cariño de siempre y mi admiración profunda.

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