Marco Antonio Molina Theissen fue
detenido ilegalmente y desaparecido a los 14 años y 10 meses de edad por la G2
del ejército. Por este crimen de lesa humanidad, continuado e imprescriptible, –cometido
el 6 de octubre de 1981- la Corte Interamericana de Derechos Humanos le ordenó
al Estado investigar, enjuiciar y castigar a sus perpetradores en su sentencia
del 4 de julio de 2004 la que, sin embargo, el actual gobierno se niega a
acatar.
Demandar justicia para Marco
Antonio y las víctimas del genocidio y la desaparición forzada no es un
capricho, es un derecho. Sin embargo, esta no será posible para él ni para la
totalidad de víctimas, tanto las del genocidio y la desaparición forzada como
las de la vorágine de violencia que golpea duramente a la sociedad guatemalteca
en la actualidad, mientras persista la debilidad de un sistema judicial sujeto
a los poderes fácticos, minado por la corrupción, el tráfico de influencias y,
por tanto, proclive a mantener la impunidad de los criminales de antes y de
ahora en un contexto de violencia y brutalidad en el que seguirá prevaleciendo
la ley del más fuerte.
Esta situación se reveló con
crudeza en el último año y meses en las actuaciones abiertamente ilegales de la
Corte de Constitucionalidad, una instancia que ha desvirtuado su mandato desvergonzadamente,
como lo demostró con sus recientes intervenciones en el juicio por genocidio y la
salida abrupta, prematura e injusta de Claudia Paz y Paz de la jefatura del Ministerio
Público. Más recientemente, con asco hemos asistido a los sucios y viciados
procedimientos para las “elecciones” de la actual fiscal general y los
magistrados y magistradas de la CSJ, efectuados (más bien, perpetrados) por
unas comisiones de postulación espurias y desnaturalizadas -dado que han hecho
exactamente lo contrario de aquello para lo que fueron establecidas- en confabulación
con el Congreso de la República y el Ejecutivo.
Es imposible confiar en la CC y
en procedimientos que ya han probado ser ineficaces, como tan clara y contundentemente
lo dice Julie:
“No quiero poner me gusta en nada que siga haciendo de la CC un
superpoder. Ni que la CC "ordene" ni que la CC "anule". (…)
¿Hablan de la CC que intervino el poder judicial en el caso de genocidio? ¿De
la que -cantado por Ríos Montt "estamos 3 contra 2"- dio paso a su candidatura
presidencial? ¿De la que "ordenó" sin tener potestades que se iniciara
la elección de Fiscal General para sacar a Claudia Paz y Paz 7 meses antes del
cumplimiento de su periodo? Y esto último ¿lo hizo la CC para dar lugar a esta
compraventa de sentencias e impunidad? La CC refiere a cumplimiento
constitucional. La corrupción que estamos viendo, la CC la tiene en la cocina.
No exijo que la CC ordene ni anule este proceso. El proceso debe reiniciarse
porque ha sido viciado, porque hay pruebas, y porque debemos la ciudadanía,
constituirnos en veeduría de transparencia en las postulaciones. Porque estamos
ante una clase política que está extendiendo la corrupción y la impunidad del
ejército genocida al congreso irresponsable y a la cooptación de todo el
sistema judicial para seguir actuando con impunidad. ¿Quién dice que esto lo
arregla la CC? Si es un organismo cooptado desde antes de esta embestida. La CC
ya es un organismo dedicado a la protección de intereses del poder económico. Están
atrasados resolviendo los amparos interpuestos y esa sí es su labor. Están
atrasados a propósito. ¿Quién con una luz se pierde?”
Pues con esa luz, entiendo que aunque se haya
conseguido la suspensión temporal de la “elección” de magistrados/as, la
situación es mucho más complicada. Para que haya justicia se requiere de un
poder judicial independiente, sólido, sin fisuras, conformado por profesionales
honestos/as, capaces y apegados/as a la ley, que se reconozcan a sí mismos/as
como ciudadanos y ciudadanas dignos y en pleno ejercicio de sus derechos para
rechazar ser parte en los procesos espurios y corruptos, como lo hizo la
magistrada Claudia Escobar, quien demandó “un proceso transparente, en el que
se privilegie la elección de los funcionarios más idóneos y aptos para el
cargo, en consecuencia que se respeten las normas establecidas en la Ley de la
Carrera Judicial.” (http://www.albedrio.org/htm/articulos/c/cescobar-001.html)
Para que haya justicia se necesitan
jueces y juezas conscientes de sus responsabilidades en el ejercicio de la
judicatura para que garanticen la realización de nuestros derechos, que sean
nombrados mediante procesos limpios, transparentes, en los que no impere otro
interés que el de favorecer el bien común.
¿Qué hay qué hacer para construir
un poder judicial independiente e incorruptible que garantice la justicia para
Marco Antonio y las víctimas de los crímenes de ayer y de ahora en una sociedad
en la que mandan el dinero, el miedo y los mandatos de sumisión y obediencia
dictados por el poder? Además de limpiar de arriba abajo los tres poderes del
Estado y establecer su independencia mutua, algo que no es fácil en las actuales
circunstancias, se necesita una serie de condiciones que den lugar a un proceso
sostenido de fortalecimiento del sistema de administración de justicia, entre
ellas, las siguientes:
- la vigilancia ejercida por la ciudadanía junto con las organizaciones profesionales, populares y de derechos humanos;
- la mirada vigilante de la prensa independiente y las y los periodistas sin precio;
- un currículo de estudios de Derecho que forme a los/las futuros/as profesionales en derechos humanos, les capacite para conocer y analizar la realidad del país y les dé las bases para que actúen con apego a la ley, a principios y valores éticos de servicio a la sociedad y no a los mercados legales e ilegales y respeto a los derechos de todas las personas y colectivos por igual; y,
- la participación organizada de abogados y abogadas honestos, que conciben el Derecho y la justicia como un instrumento para (r)establecer relaciones sociales civilizadas, entre personas y colectividades consideradas iguales ante la ley, para incidir en una efectiva profesionalización de la carrera judicial, ajena a compadrazgos politiqueros y mafiosos, con un alto compromiso ético.
Y, por el momento, me uno a quienes exigen que se repita el proceso de elección de magistrados/as para la CSJ con absoluta limpieza, transparencia y apego a las leyes.
El sufrimiento por la desaparición forzada de Marco Antonio, que se prolonga a lo largo de 33 años, solo podrá ser atenuado por la acción de la justicia y la devolución de sus restos. La justicia es el primero de los derechos, un pilar fundamental para la construcción de una sociedad auténticamente democrática y en paz en la que no se repitan los hechos atroces del pasado reciente, los conflictos se resuelvan de manera pacífica y se cumpla con la finalidad más alta de las colectividades humanas: proteger y resguardar la vida y la dignidad de todas las personas, en igualdad.
El sufrimiento por la desaparición forzada de Marco Antonio, que se prolonga a lo largo de 33 años, solo podrá ser atenuado por la acción de la justicia y la devolución de sus restos. La justicia es el primero de los derechos, un pilar fundamental para la construcción de una sociedad auténticamente democrática y en paz en la que no se repitan los hechos atroces del pasado reciente, los conflictos se resuelvan de manera pacífica y se cumpla con la finalidad más alta de las colectividades humanas: proteger y resguardar la vida y la dignidad de todas las personas, en igualdad.
En el 33 aniversario de este hecho
injusto,
EXIJO JUSTICIA PARA MI HERMANO,
EXIJO LA DEVOLUCIÓN DE SUS
RESTOS,
EXIJO EL CUMPLIMIENTO DE LA
SENTENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS EN LA QUE LE ORDENA AL
ESTADO DE GUATEMALA INVESTIGACIÓN, JUICIO Y CASTIGO A LOS CULPABLES, LA
APROBACIÓN DE LA LEY 3590 PARA LA INSTAURACIÓN DE UNA COMISIÓN NACIONAL DE
BÚSQUEDA DE LAS PERSONAS DESAPARECIDAS, LA APROBACIÓN DE UN PROCEDIMIENTO
EXPEDITO PARA LA DECLARACIÓN DE MUERTE PRESUNTA Y LA INSTALACIÓN DE UN BANCO DE
DATOS GENÉTICOS PARA LA IDENTIFICACIÓN DE LAS PERSONAS DESAPARECIDAS
¡¡¡No olvido, no perdono, no me
arrodillo, no me callo, lo que quiero es justicia!!!
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