martes, 19 de julio de 2011

Historias fantásticas


Ciudad de Guatemala, doce días antes del asesinato de Facundo Cabral. Aprovecho mi estadía en mi ciudad natal para un chequeo médico y exámenes de laboratorio, un electrocardiagrama y una densitometría ósea. Quiero saber si tengo cuerpo y corazón para seguir buscando a mi hermano, desaparecido hace ya varias décadas.

7 AM. Entro, hago las filas (órdenes de exámenes), pago, me pinchan, subo. Una larga rampa me lleva al segundo piso donde la encuentro a Ella tras un mostrador, frente a una vieja computadora. Pregunto, pago, le muestro el recibo y me lleva a un pequeño cubículo, cierra la puerta y procede con el examen. La densitometría.

Su antebrazo derecho está enyesado. Viste una bata blanca. Es de estatura mediana, pelo negro largo recogido en una cola, morena, de labios gruesos y grandes ojos oscuros. Un mechón le cubre la frente y la mitad de la cara, ya bastante oculta por unos anteojos de armadura negra, pesados. De pronto, inunda el pequeño recinto con imágenes terribles, formadas con palabras suavemente dichas, y otras que se impone como talismanes que la salvaron de la muerte.

-Mire, seño, yo dejé entrar a Dios en mi vida. Voy a una iglesia y el pastor nos pidió que oráramos por una señora que estaba grave en el hospital. El marido, que ya no vivía con ella, estaba enojado porque podía mantener a sus hijos con una su venta de comida. Seguido pasaba enfrente insultándola y disparando al aire para obligarla a cerrar su negocio. Pero ella no hacía caso. Entonces, el hombre contrató un sicario. Llegaron al lugar; allí estaba la señora limpiando con un su sobrino que la ayuda. Cuando vio entrar a los hombres, el patojo se escondió como pudo y vio como el sicario le disparaba y le disparaba. La mujer cayó al suelo, su cuerpo daba brincos con cada impacto recibido. El marido enloquecido le quitó el arma al sicario y siguió disparándole. No me va a creer, seño, más de treinta balazos le metieron a la doñita y se la llevaron grave al hospital, pero no le pasó nada.

¿Cómo? Yo seguía sentada frente a ella, mientras el aparato que mide la densidad de los huesos trataba de encontrarme el cúbito y el radio disueltos en el horror de lo que estaba oyendo.

-Sí, seño, el doctor dijo que como la doñita es muy gorda, las balas se quedaron en la grasa y no tocaron ningún órgano vital. Y allí está, en su venta, yo no la conozco pero el sobrino llega a la iglesia.

No me había recuperado del asombro, cuando sigue contándome que el pastor les pidió que rezaran por otra mujer.

-A esta, fíjese seño, se le metieron a la casa varios hombres armados, querían robar. El marido quiso defenderla a ella y a sus hijas, los hombres empezaron a disparar y de repente ella cayó herida. Se la llevaron al hospital. Una bala le había entrado en el tórax -con su mano, se señala arriba del corazón- pero no había orificio de salida. Estaba grave, los doctores le buscaron la bala. Todos rezábamos por ella y, las cosas que hace nuestro Señor: la bala le caminó -sus dedos marcaron el recorrido por el costado izquierdo de su cuerpo, hasta la parte superior del muslo. Aquí se detuvo la bala, seño. Le caminó, el Señor hizo que caminara la bala sin tocar ningún órgano. Llegó a la iglesia un domingo y solo renquea un poquito, mire que le pudo haber quedado la pierna tiesa y solo siente un jaloncito.

Entonces se levantó el mechón que le cubría la mitad de la cara.

- ¿Me ve algo?

- No.

-No me quedó cicatriz. No me lo va a creer -levantó su brazo enyesado. ¿Ve? Lo tengo quebrado. Hace unas semanas venía para acá en una camioneta, tranquila. Viera que yo antes no tenía fe, pero desde que abrí mi corazón a Dios, ya no me dan miedo los asaltos. Ellos se suben, yo me quedo tranquila y les entrego todas mis cosas. Dios me protege. Pues ese día que le cuento, de repente, la gente empezó a gritar, oí disparos, y cuando me desperté estaba tirada en el suelo, afuera de la camioneta, no podía ver nada, no sabía qué había pasado. Yo estaba sentada y después, afuera.
Estuve cinco días sin ver, tenía la cara tan hinchada que no podía abrir los ojos. En el hospital yo solo oía a los doctores, no sé qué pasó. Ellos me mandaron a ponerme una crema, por eso no tengo cicatriz, ¿verdad? y se levantó otra vez el mechón. Aquí -se señala otra herida en la frente- a ver cómo me queda con esa crema. (...)

- Échese nivea. La nivea es re buena para que a uno no le queden cicatrices. De la blanca, que encuentra en latitas o en botes de vidrio.

Yo, curiosa.

¿De dónde es usted?

Mencionó uno de los pueblos del triángulo ixil, sí, esos donde masacraron al pueblo indígena. La mujer, de unos 32 años, se había ido a la capital cuando tenía como cinco. Se fueron con su madre ella y sus hermanos, después de la muerte del padre -no pregunté cuándo ni cómo. La madre puso una tienda y se regresó a Chajul después de un tiempo porque la amenazaron de muerte cuando cobró lo fiado. Su mamá murió -tampoco pregunté cuándo ni cómo- y Ella y sus cinco hermanos y hermanas quedaron a cargo de la mayor, de 16 años. Los hermanos mayores, varones, ya no estaban. A Chajul llegó una tía y se la trajo a la capital.

-Seño, me pellizcaba, me pegaba, me insultaba, no me daba de comer, y yo me huí de la casa con una familia que me estimaba. Su hermana la recuperó y la cuidó, le reclamó a mi tía porque no me había cuidado (...)

Ella sale a la calle todos los días. Ahora va con su brazo enyesado y su mechón en la frente mientras le cierra la herida, ojalá no le queden marcas en su hermoso rostro ixil. Dice que no tiene miedo, que Dios la cubre y la protege, que le salvó la vida. Es una mujer de éxito. Tiene su casa propia, en Chimaltenango, un empleo, ¿hijos? Tampoco pregunté.

No sabe que vi a un general genocida en una jaula, esposado, responsabilizado por las masacres en el triángulo ixil.  GUA: Ex General Héctor López Fuentes: Primer arresto por Genocidio en Guatemala

El resultado de mi electrocardiograma decía algo así como "tiene el corazón descolgado". Me despedí de ella con un abrazo y le dejé en el oído un amuleto: "que esté muy bien".


Pareciera que esto fue lo que le pasó a Ella el 11 de mayo de 2011; encontré la noticia en internet (http://www.elperiodico.com.gt/es/20110514/pais/195373)

Los hechos

 

De acuerdo con los relatos de los tripulantes del transporte, el asalto comenzó en el kilómetro 39 de la Ruta Interamericana, cerca de Santo Domingo Xenacoj, Sacatepéquez.
En el kilómetro 28 el bus se detuvo, adentro ya había personas muertas y heridas a causa de impactos de proyectil.
Según Édgar Guerra, presidente de la Autue, en el hecho se nota una serie de irresponsabilidades.  Primero, “el pasajero que desenfundó su arma para evitar el asalto, era preferible que los maleantes se llevaran las pertenencias de las personas”.
El presidente de la Autue calificó como una imprudencia la actitud del piloto del autobús, quien en lugar de detener el vehículo en el lugar en que comenzó el ataque, llevó la unidad hasta el kilómetro 28, en San Lucas, Sacatepéquez.
Hasta ayer las autoridades habían identificado a 2 de 5 víctimas que murieron: Milton Isidro Yax Díaz, de 25 años; Edwin Jovanny Ramírez García, de 35. Mario Cruz, vocero de los Bomberos Voluntarios, afirmó que para cubrir la urgencia debió movilizar a 5 compañías de dicha entidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario