Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin
decoro.
Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los
hombres viven sin decoro a su alrededor.
En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como
ha de haber cierta cantidad de luz.
Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros
que tienen en sí el decoro de muchos hombres.
Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra
los que les roban a los pueblos su libertad,
que es robarles a los hombres su
decoro.
En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo
entero, va la dignidad humana.
José Martí
Con una mueca, congelada sonrisa, perpleja me enteré de la anulación
del juicio por el genocidio contra el pueblo ixil. ¿Me sorprendió? Pues sí,
creí que no necesitaban hacer más de lo que ya hicieron para detener el proceso
si al cabo Ríos Montt ya no tarda en morirse. Me desmoroné cinco segundos.
Aparentemente, ganaron. ¡Bravo
por los maestros del cinismo, las güizachadas y la desvergüenza! Traspasada por
la noticia, por un instante no supe qué hacer ni dónde meterme para escabullir
el golpe.
Entonces, llegaron a mi cabeza
los colores, los gritos, los ayes, los suspiros, las lágrimas no lloradas. Rojo
huipil, verde bosque, amarillo flor, naranja mariposa, celeste cielo; montaña
adolorida, enrojecidos caminos de barro, quebradas teñidas con la sangre de los
niños y niñas que estrellaron contra las piedras; las luces, el incienso y los
ramos portados por las manos callosas de las mujeres ixiles, las violadas; los
pies descalzos, endurecidos en los surcos de los maizales, de los hombres que
huyeron por los montes, las hondonadas, las cuevas, los ríos, los barrancos; su
dignidad que recorrió un camino muy largo que no se mide en kilómetros sino en
años, fueron treinta, para llegar hasta donde llegaron: a un tribunal para enjuiciar
al genocida.
Recordé las lecciones de ética y
de historia recibidas en las voces de las y los testigos y las personas que
presentaron sus peritajes junto con el espíritu de la justicia plasmado en la
sentencia leída por la jueza Barrios. Reviví la esperanza que me quieren matar,
esa que ha empezado a echar raíces en el suelo duro y reseco de la impunidad, y
me sequé las lágrimas.
Hoy, su victoria es jurídica, si
me permiten el calificativo para una resolución que salió de las cloacas del
sistema de impunidad, un albañal, pero su derrota es moral aunque no les
importe y su mezquindad y pequeñez no les deje enterarse. Con ella, se sitúan
por encima de la justicia y de las leyes humanas y divinas –“no matarás”- y me
pregunto si es por su enorme cobardía o soberbia, quizá ambas, que se niegan a
dar la cara y asumir las consecuencias.
Esta resolución, que se agrega al
rosario de maniobras a favor de los impunes criminales, anula el juicio pero no
la culpa; es obvio, pero hay que repetirlo: los hechos no desaparecen, tampoco
las pruebas presentadas y menos los testimonios de las víctimas, tampoco la
sentencia, un texto que ya forma parte del acervo de la humanidad en la lucha
contra el oscurantismo. Después de lo acontecido en 2013, es más, después de
los informes del REMHI y la CEH, Ríos Montt no podrá escapar al juicio de la
historia y tampoco sus cómplices, con uniforme o sin él, los que le antecedieron
y los que le precedieron. El mundo entero los conoce como los perpetradores del
genocidio y los crímenes más horrendos del hemisferio occidental. Lo sucedido
tampoco se borrará de la memoria de muchos guatemaltecos y guatemaltecas justos
y decentes que asistieron al juicio y acompañaron a las y los sobrevivientes.
Antes de que la historia los
alcance, que celebren este nuevo triunfo para los genocidas que siguen
escondiendo las manos después de que dispararon balas de grueso calibre,
tiraron bombas, napalm y gases lacrimógenos, y ordenaron –lo que los implica
como si lo hubieran hecho- degollar a niños y niñas indefensos, violar a las
mujeres como un arma de guerra, torturar y asesinar a los hombres. La anulación
de un juicio justo es un logro ignominioso para los que aniquilaron las vidas
de doscientas mil personas y destruyeron un país que ni siquiera conciben más
allá de un negocio, Guatemala S.A.
Los investigables y enjuiciables
de uniforme y de saco, ¿acaso pensaron en las consecuencias de sus actos cuando
organizaron, fueron parte o financiaron los escuadrones de la muerte,
instalaron campos de concentración y prestaron o pilotaron sus aviones privados
para ir a bombardear poblados indefensos, repletos de “enemigos” desarmados de cero a quince años?
El temor de los poderosos a la
justicia es tan grande como su responsabilidad en los hechos. ¡Cuánto miedo le
tienen a que se evidencie su mala entraña, su odio, su racismo, sus crímenes, y
que con ello se resquebraje su imagen de gente “bien” enfundada en armanis y se
deslustren sus rancios apellidos! Por eso hay que reírse de su miedo y les digo
¡no gracias! por este nuevo clavo en el ataúd en el que ya quisieran enterrar
la justicia, al igual que a sus víctimas, o, como a mi hermano, desaparecerla
para siempre.
No es poca cosa lo que hicieron y
la costra no se la quitan de encima ni bañándose con agua bendita. Pero en
Guatemala para los grandes males pareciera no haber grandes remedios por
ahora, porque los aparentes ganadores han estado y siguen estando en contra
de la verdad y de la ley; porque tendrían que borrar no sé cuántos artículos
del código penal y aislarse de la comunidad internacional revocando los
tratados de derechos humanos para librarse de la acción de la justicia; porque
lo que hicieron aquí y en la luna, aunque se nieguen a reconocerlo, fue cometer
delitos muy graves que seguirán ofendiendo la conciencia de la humanidad.
No obstante su prepotencia y
amenazas, los petates del muerto que sacuden (tienen doscientos mil) y el miedo
y la desmemoria que quieren infundirnos, fueron muchas las personas que
conocieron la verdad histórica pronunciada por los labios de las mujeres y
hombres ixiles en esos días imborrables de 2013; hoy se suman a quienes
mantenemos la memoria de nuestros seres queridos asesinados o desaparecidos.
Por ellos y por ellas, por
dignidad, por amor y lealtad a la sangre, nuestro dedo acusador señalará los
crímenes y a los criminales. Que se vayan acostumbrando y, por si acaso, aclaro
que la mía, al igual que la de tantas otras y otros, es una decisión política
tomada en pleno uso de mis facultades. No estoy loca y no quiero vengarme, lo
que exijo es justicia; tampoco se trata de victimización, incapacidad de “ver
hacia adelante” ni del masoquismo barato que emplean sus cómplices y
simpatizantes para manipular a la población y a sus serviles formadores de
“opinión pública”.
No voy a lamentarme. Está
demostrado que lograr la justicia para las víctimas de los crímenes de lesa
humanidad en Guatemala, no es tarea de años sino de décadas. Nadie me prometió
que iba a ser fácil conseguirla ni espero que sea así porque, repito, su culpa
es tan grande como su miedo a enfrentarla. Su falta absoluta de dignidad,
decoro, decencia y escrúpulos, les llevará a erigir todos los obstáculos
inventados o por inventar para impedir que accedamos a ella.
Hay que seguir caminando. Para
eso, le pido al universo que a mí acuda la rabia ante este nuevo acto de
injusticia, que me sature la indignación por este insulto y, a la par, que me
llene de la fuerza del tenaz e indoblegable pueblo ixil y la de todos los
hombres y mujeres que, en las condiciones más adversas, continúan luchando y
levantándose después de cada golpe recibido, árboles majestuosos que encarnan el
decoro, la dignidad, la memoria y el anhelo de la justicia para hacer del
nuestro no un país mejor, sino otro país.
Lucky querida, que lindo leerte de nuevo, aunque sea en estas circunstancias de canallada que todos y todas sabíamos que se venía encima, el poder lo siguen teniendo ellos, la justicia que no lo es está con ellos, por el momento, pero la historia cambia, y cambio por unos días, tan solo 10 duró la alegría que en Guatemala si podía haber esperanzas de combatir la impunidad, pero como vemos los resabios coloniales siguen ahí presentes esperando que todo el pueblo se levante y diga ya basta........pero eso querida no lo veremos ni tú ni yo. Te abrazo.
ResponderEliminarMarylena Bustamante.
Lamentablemente el descontento no es general. Pensaba en tantas personas que han dicho que eso no fue genocidio, que no fueron violaciones y manejan el tema de "exceso" fueron excesos dicen. No se puede meter a la cárcel a un hombre tan honorable como él. Por otro lado preocupa la desmemoria total de este pueblo y estoy harta que digan siempre la misma excusa: es que hay historia de terror por eso la gente no habla. Pero para hablar otras baboseadas para insultar a la gente que fue abusada por el gobierno sí se atreven. Para burlarse. Por supuesto que seguimos pidiendo justicia y morirá y seguiremos, porque atrás de él hay puños que tienen que ser juzgados, a él no le daremos paz y no la tendrá después de la muerte.
ResponderEliminarIlka.
Gracias, por sus comentarios, queridas Ilka y Marylena. Coincido con sus criterios. Nunca habrá consenso sobre un asunto tan complejo que se enreda aún más por los enormes intereses que se observan alrededor de esta problemática. Lo que necesitamos es paciencia y tiempo para construir opciones reales de democratización que hagan posible la justicia, algún día. Abrazos para las dos, L.
EliminarQuerida Lucky te abrazo en la distancia, soñando en que la primavera se pueda instalar de nuevo.
ResponderEliminarEs lo que nuestra gente está tratando de empujar. Abrazos.
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