sábado, 14 de abril de 2018

Boletín día 6 - La tortura como método de represión

LA TORTURA COMO MÉTODO DE REPRESIÓN
 
Equipo de Comunicación

Ciudad de Guatemala, 19 de marzo de 2018. Audiencia día 6. En la audiencia del sexto día del juicio, se escuchó mediante videoconferencia a cuatro testigos protegidos.  La primera, identificada como testigo B, narró lo sucedido a Emma Guadalupe Molina Theissen después de que ella escapara de la brigada militar de Quetzaltengo y fuera llevada a la casa de la testigo, quien la recibió por solidaridad y razones humanitarias, y cuidó de ella durante 10 días.

Foto: Verdad Justicia
La testigo B explicó la condición de Emma Guadalupe la noche que fue llevada a su casa: estaba pálida, con la mirada perdida, caminaba con molestias y temblaba todo el tiempo. Por ello, la testigo recurrió a un psiquiatra, quien atendió a Emma Guadalupe y prescribió medicamentos para contrarrestar el estado psicótico en que se encontraba. En una revisión general, Emma Guadalupe también presentaba inflamación en la pelvis e infecciones en el área genital. En los primeros tres días en la casa de la testigo, no consumía alimento, dormía en el suelo aunque había una cama en la habitación y no podía controlar sus esfínteres. “Lo único que sabía era que se trataba de una persona que acababa de escapar de una zona militar. No pasaba de 20 años, era una jovencita”.

A la pregunta de un abogado querellante de si la testigo sabía qué le habría provocado ese estado a Emma Guadalupe, contestó que el psiquiatra le indicó que se encontraba así por la privación de libertad y torturas que había sufrido. Se reservó el nombre del psiquiatra, a pesar de la insistencia de la defensa, ya que afirmó que conoce las represiones que han enfrentado las personas que han colaborado con este caso.

La testigo C narró la persecución que sufrió ella y su familia, en particular su padre, su hermano y su hermana embarazada, quienes fueron desaparecidos, y habló ampliamente sobre casos de niñez desaparecida y los posibles destinos que varios de ellos pudieron tener, entre estos: esclavitud doméstica y adopciones irregulares.  La testigo afirmó que su hermana dio a luz estando en cautiverio y que su hija o hijo fue dado en adopción a principios de 1982.

Dijo que en 2003 conoció a Lucrecia Molina Theissen, con quien organiza una conferencia de prensa y empiezan a unificar esfuerzos para conformar una comisión de búsqueda de niñez desaparecida, así como también las peticiones para que se abrieran los archivos de la Procuraduría General de la Nación y de la Secretaría de Bienestar Social desde 1981 hasta 2003, para iniciar su búsqueda. La testigo C aseguró que las adopciones irregulares fueron un negocio redondo, ya que en 1982 estas se incrementaron, siendo los niños y niñas un botín de guerra.

El testigo D narró su experiencia como prisionero del ejército en 1981 y la tortura física y psicológica a las que fue sometido en cuarteles militares de Huehuetenango y Quetzaltenango. Aseguró que las torturas consistían en privación de alimento,  bebida y sueño e interrogatorios con choques eléctricos. El testigo manifestó que fue utilizado por la inteligencia militar para ser el protagonista de campañas mediáticas grabadas en el canal 5 y conferencias, incluso frente al cuerpo diplomático, en las que tenía que afirmar que se había entregado de manera voluntaria al ejército, bajo amenazas permanentes contra su familia y de bombardear y ametrallar comunidades. Durante el interrogatorio, el testigo D reconoció a Benedicto Lucas como el jefe del Estado Mayor del Ejército de la época, y dijo que este le ofreció trabajo y estaba complacido por considerarlo un colaborador de la institución armada.

El testigo F explicó, al haber pertenecido a las filas del ejército, cómo capacitaban a especialistas en la Fuerza Aérea Guatemalteca para torturar a los prisioneros y que para ser incorporados en escuadrones de la muerte tenían que presentar trabajos de fusilamiento. Indicó que como método para extraer información de los prisioneros los introducían en barriles con agua, colocaban capuchas con veneno Gamexane y utilizaban torniquetes en el cuello. Afirmó que miembros de  la inteligencia militar, los especialistas y los de más alto rango eran quienes violaban a las mujeres y después la fusilaban.

 JUSTICIA PARA LA FAMILIA MOLINA THEISSEN

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