lunes, 21 de marzo de 2016

He vivido su vida no vivida, sin usted pero con usted siempre



Amado hermano mío:
 
Se lo llevaron de mi casa, pero no de mi sangre. 

Se lo arrancaron a mi madre de los brazos, pero no pudieron arrancarlo de mi memoria.

Ha estado conmigo en la tristeza, en las noches en vela, en la espera y en la búsqueda.

Como un faro, me ha guiado a la justicia.

Y ese día, cuando esté frente a ellos, cara a cara, estará conmigo en la piel, en mis venas, en mi mirada, en mis palabras y en mis lágrimas, dándome fuerzas para hablar por usted y por tantos que no pueden hacerlo aunque, ni humana ni legalmente, hay justicia posible para tantas víctimas de los crímenes que se perpetraron en Guatemala en los años duros.