domingo, 30 de agosto de 2015

30 de agosto, Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas

Querido hermano:

6:00 am. A mil kilómetros y un poco más de donde están enterrados su ombligo y el mío, abro los ojos, pienso en usted y en mi tierra, donde quedaron sus despojos y siguen viviendo impunes los criminales que lo desaparecieron. A la par de su nombre y el de mi país solo caben dos verbos: encontrarlo y volver. Sin embargo, los caminos se cierran, choco con mis murallas, mi voluntad se estrella contra sus voluntades y camino en círculos, yendo y viniendo de mi territorio interno al geográfico, ese mágico espacio de azules y de verdes, aún dominado por hombres tercamente inhumanos, criminales.

Marco Antonio cuando era solamente un bebé, con dos de su hermanas.
Vuelvo a mi aquí y a mi hoy, el eterno presente en el que sigo lejos, atrapada. Es 30 de agosto, el día en el que se recuerda en todo el mundo a las personas desaparecidas, un simbolismo que si bien es cierto no nos ha ayudado a encontrarlas ni a que se les haga justicia a las incontables víctimas en Guatemala y el mundo, nos da la oportunidad para recordarlas en voz alta y denunciar una vez más lo sucedido, para que no se olvide, para que ojalá nunca más se repita este crimen de lesa humanidad, continuado e imprescriptible.

Esta fecha fue reconocida por la ONU mediante una resolución del 21 de diciembre de 2010 en la que, entre otros motivos, la Asamblea General plasmó los siguientes:



Profundamente preocupada, en particular, por el aumento de las desapariciones forzadas o involuntarias en diversas regiones del mundo, como los arrestos, las detenciones y los secuestros cuando son parte de las desapariciones forzadas o equivalen a ellas, y por el creciente número de denuncias de actos de hostigamiento, maltrato e intimidación padecidos por testigos de desapariciones o familiares de personas que han desaparecido,

Recordando que en la Convención se establece el derecho de las víctimas a conocer la verdad sobre las circunstancias de la desaparición forzada, la evolución y los resultados de la investigación y la suerte de la persona desaparecida y se señalan las obligaciones de los Estados partes de tomar medidas adecuadas a este respecto,

Reconociendo que los actos de desaparición forzada son reconocidos en la Convención como crímenes de lesa humanidad, en determinadas circunstancias (…)


Asimismo, en la resolución se insta a distintos actores (los órganos de la ONU, la sociedad civil) a continuar dando a conocer la existencia de la Convención Internacional para la Protección de todas las Personas contralas Desapariciones Forzadas, y promoviendo su ratificación, un compromiso que el Estado guatemalteco no ha asumido aún.

Esta deliberada omisión es totalmente coherente con el objetivo de resguardar la impunidad de los perpetradores de este y otros crímenes de lesa humanidad, como el genocidio y la tortura. Esta alcanzó nuevamente el rango de política de Estado bajo el desgobierno del presunto ladrón, genocida y desaparecedor, el delincuente que se sigue autodenominando presidente de la república, cuyo representante internacional, Antonio Arenales Forno, en distintos foros ha expresado groseramente una negativa rotunda a cumplir las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y las soluciones amistosas alcanzadas en el marco de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Así, de las reparaciones ordenadas por la Corte IDH en la sentencia Molina Theissen Vs. Guatemala faltan la investigación, juicio y castigo de los responsables de su desaparición forzada; el establecimiento de un banco de ADN; y, la aprobación de un procedimiento legal expedito de declaración de muerte presunta en casos de desaparición forzada.

Otra importante reparación contenida en el fallo interamericano es la concerniente a la ubicación y devolución de los restos de Marco Antonio para que los sepultemos dignamente. Esta fue vinculada por el Estado a la aprobación del proyecto de ley 3590 mediante la cual se establecería la “Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Víctimas de Desaparición Forzada y otras Formas de Desaparición”; la iniciativa, presentada por las organizaciones de familiares el 14 de diciembre de 2006, ha sido engavetada por el impresentable congreso de la república.

Para mí, como para todas las familias que tenemos una persona amada desaparecida, no debe ser 30 de agosto para traerles con nosotros. Hoy lo recuerdo, hermano, como siempre, de un modo doloroso, en el vacío y el peso de su ausencia, aunque la vida haya seguido pasándome y esté llena de amor y cosas buenas.

Lo llevamos con nosotras cuando protestamos frente a la embajada guatemalteca en Costa Rica por la resolución de la CC para garantizar la impunidad del genocida RM, el 30 de mayo de 2013.
Me duele que su existencia, tan corta, fuera rota abruptamente de una forma brutal. Al arrebatárnoslo ellos, los malditos, se llevaron no solamente su vida y sus sueños, también cargaron con los nuestros. Hoy pienso en los hijos e hijas que pudo haber tenido, en sus logros, en el orgullo que nos hubiesen dado sus aportes para beneficio de nuestra sociedad, en la paz que tendría de tenerlo a mi lado.

Le escribo a su recuerdo. A usted no lo encuentro en ningún lado. Para llegar a ese lugar donde lo he sepultado, muy adentro de mí, debo atravesar más de tres décadas de ausencia y dolor acumulados.

Y aquí estoy sin usted mientras la lluvia cae suavemente y el mundo sigue girando, como siempre. Hace frío. Así como no lo hallo, tampoco encuentro palabras suficientes para describir el desaliento, la tristeza, el ahogo que me producen esta búsqueda inútil, esta espera desesperanzada, este esfuerzo hasta hoy estéril.

Sin embargo, hermano, tan amado, buscado y esperado, no me pienso rendir ni me voy a callar. Permaneceré leal a su memoria y, de esta forma, a mí misma.

Donde esté, si es que está en alguna parte, su nombre seguirá siendo la luz que iluminará los lugares donde continuaré buscando su huella, su aliento final.

Para que no se olvide, seguiré repitiendo su nombre a cada paso, Marco Antonio.

Para que no se olvide, seguiré recordando su rostro, su sonrisa, el calor de su abrazo.

Para que no se olvide, seguiré clamando por justicia, continuaré exigiendo la verdad y su derecho, y el nuestro, a su sepultura digna. 

Seguiré recordando porque dejamos de ser cuando olvidamos.

martes, 25 de agosto de 2015

#TitoAriasRenuncieYa



A esta alta hora de la noche, en la que quisiera saber que por fin se ha muerto ese estado de cosas que mantiene a mi tierra aprisionada en las manos de las mafias, aún no he decidido si ser lluvia que ahogue el discurso de OPM y lo arrastre a las profundidades, o huracán que arrase para siempre con el autoritarismo chafarotesco del que hizo gala el domingo, cuando su renuncia era lo único que quería escucharle.

La embajada de Guatemala en Costa Rica, un sábado de plantón exigiendo decencia en el poder.
Con tono cuartelario, grosero, golpeante, con el ceño fruncido, mezcló en un solo hilo incoherente sus vocablos de miedo disfrazado de rabia por haber sido alcanzado por la verdad y la cada vez más cierta posibilidad de ser sometido a la justicia, esas que ha evadido durante toda su vida. Rígido, no consiguió ni siquiera acercarse a la imagen que se ha vendido a sí mismo y a dos millones de votantes en 2011: la de un hombre honesto, con autoridad, capaz de librar a Guatemala de todos los males (cuando es la encarnación de todos ellos), en suma, un militar honorable si es que algo así existe entre los de su calaña de torturadores, asesinos, desaparecedores y ladrones porque, aunque me cueste decirlo, los ha de haber en alguna galaxia remota en el confín del universo, en un lugar que no se llame Guatemala.

El delincuente general carnicero, auto denominado presidente, a punto de quedarse sin cabeza, con las manos chorreantes de sangre de inocentes y los bolsillos de billetes igualmente sangrientos, lanzó un mensaje repleto de amenazas y violencia, de cuyos efectos letales y perversos está llena mi memoria. Hipócritamente, haciéndole un guiño a algún dios demoniaco, cerró con bendiciones que, salidas de su boca mentirosa, sonaron a blasfemia.

En su aliento de cadáver político seguramente podía olerse el miedo a la derrota final, por eso su pose prepotente y el ademán de conductor de sinfonías mortales. La violencia que lo habita, brutal, ciega, salvaje, para cuyo ejercicio fue entrenado, lo llevó a convertirse en lo que ha hecho: un asesino, un torturador, un ladrón de cuerpos y de millones de quetzales. El general carnicero y ladrón también les arrebató sus vidas a los niños y niñas que han muerto de hambre o que sufrirán para siempre las secuelas de la desnutrición y la falta de oportunidades para desarrollarse plenamente; se robó las posibilidades de salud de las personas que necesitaron de diálisis y medicamentos eficaces para prolongar su existencia con un mínimo de bienestar; se echó al bolsillo las escuelas que no abrieron sus puertas y los hospitales con recursos suficientes para cumplir sus fines, para citar unos cuantos y muy conocidos ejemplos.

Al principio me asombraron los reclamos de conducta honorable y valiente dirigidos al cobarde, presunto ladrón y genocida que, para mi vergüenza, sigue usurpando[i] la presidencia. Pero he llegado a entender que mucha gente seguía creyendo en los militares; si así era, ojalá que en el imaginario se haya destruido –por inexistente- la noción de que OPM y sus secuaces son hombres viriles, valerosos, con honor y dignidad, porque no son ni han sido otra cosa que vulgares ladrones y asesinos que han sumido en la tragedia y en el luto a decenas de millares de familias, antes y ahora.

¿Qué honor y valentía puede reclamársele a un tipejo que se presume ordenó muertes y desapariciones forzadas? ¿Un ombre[ii] que interrogó (sinónimo de torturó), asesinó y desapareció personas? En su escala de antivalores -una vía directa al infierno donde Caco lo espera para que las serpientes le aten las manos por ladrón o se ahogue en la sangre de sus víctimas- robar quizá solo es un pequeño incidente frente a lo que nos grita su pasado reciente.

Pero no lo hizo solo. Con OPM y la “R” se sentaron en la silla presidencial Tito Arias y varias generaciones de corruptos criminales, militares y civiles, ratas que han medrado en las cloacas de la institucionalidad pública desde hace cuarenta años, los perversos agentes y mandos de la sininteligencia del ejército transformado en facilitador de emprendimientos criminales como la lucrativa empresa de “La Línea”, a la que lo único que le faltó fue su número de NIT para estafarse a sí misma.

Y con esa ralea maldita, se reinstauró en todo su esplendor un modus operandi en el ejercicio del poder que terminó por convertir la Constitución, las leyes y los acuerdos de paz en papel higiénico y la decencia en una palabra intraducible en su modo de vivir y actuar.

Desde 2012, siglos de autoritarismo con birrete, charreteras y chocar de tacones invadieron cómodamente todos los espacios de poder. Son militares disfrazados de traje y de corbata, vestidos de bandera de Guatemala como el nopresidente en su discurso del domingo, los que estan al frente, atrás, adelante, arriba y debajo de cuanto negocio turbio han evidenciado la CICIG y el MP en estos cuatro meses de verdades que nos han sido arrojadas a la cara para hacer con ellas un país nuevo, donde ya no les demos cabida en ningún espacio que no sea la cárcel.

Ese “estilo de gobernar” chafarotesco, en el que se impone la lógica del combate al enemigo, hizo de su mensaje una declaración de guerra. Aplicando su lógica de G2 trasnochado, que persiguió hasta al hemisferio izquierdo de su cerebro, a estas horas debe estar haciendo la lista de enemigos pero no tendrá papel suficiente para que quepan tantos nombres.

Y cuando muera, ojalá después de haber sido juzgado, condenado y cumplido muchos años de merecido castigo, del presidio tendrán que sacar no solo su cuerpo sino también los cadáveres de su soberbia descomunal y su prepotencia militaresca, las que antes habrá tenido que achicar para que quepan juntos en su celda.

Cada sábado que nos hemos plantado frente a la embajada, le dejamos mensajes a Tito Arias.
P.D. Esto no pudo haber pasado sin ese desbordamiento de rabia que invadió las calles, sin los cientos de columnas de prensa que levantaron la bandera de la dignidad, sin el hartazgo expresado por la gente que estrenó la ciudadanía a golpes de indignación, sin los plantones protagonizados por las personas migrantes y exiliadas frente a embajadas y consulados de todo el mundo, sin nuestros dedos apuntando a los espurios intereses de las indecentes cámaras empresariales que llegaron con su protegido al borde del abismo antes dar un paso atrás. Sucede gracias al trabajo lento, de hormiga, de una CICIG que por fin materializó su razón de ser al mando de un hombre de leyes y derechos tomar para cumplirlos y un MP que se agiganta a ojos vistas. Sin el valor y decisión de Brendas, Gabrielas, batucadas, Lydias, Andreas, semillas, feministas, HIJOS, sindicatos honrados, Asambleas Populares, caminantes, cacerolas, huelgas de hambre y huelga de Dolores en agosto, plazas y parques llenos de coraje, este aire de primavera jamás habría llegado para empezar a aplacar el efluvio pestilente que hemos estado respirando hasta la náusea.

Bienvenidas la verdad y la justicia que le devolverán el sentido humano y civilizatorio a la vida en sociedad a un país gobernado por criminales, manipulado y sometido por las mafias de todos los pelajes mediante un ejercicio de poder abusivo, autoritario y terrorista en el que prevalecen la doble moral, el engaño, las trampas y la naturalización del saqueo. Ojalá que esto se acabe y para siempre.


[i] Según la RAE, usurpar es “Apoderarse de una propiedad o de un derecho que legítimamente pertenece a otro, por lo general con violencia”, ni más ni menos.
[ii] Así, sin hache, como denominó a los de su calaña Efraín de los Ríos en “Ombres contra hombres”, una novela en la que describe su paso por las cárceles ubiquistas.